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viernes, 7 de agosto de 2009

Noches de Tormenta

Me gustaría vivir en un lugar en el que todas las noches sean de tormenta. Cada noche nos levantaríamos, y veríamos nuestros rostros iluminados por relámpagos en la oscuridad, blancos como el papel.
Me gustaría escuchar truenos toda las noche. Que el cielo se ponga grís y negro, degenere en mil colores, y luego caiga.
Me gustaría que estuvieras ahí.
Si pudiera, haría que no saliera nunca mas el sol. Viviríamos de la misma lluvia, y de noches calmas y estrelladas cada tanto, que solo anticipan una nueva tempestad. Los dragones bailarían por, para y con la lluvia, y se verían a simple, vista, roto para siempre su encantamiento.
A algunas personas les gusta el aire caliente, las obvias tardes de verano, el calor absoluto, que no deja lugar a dudas.
Yo prefiero la incertidumbre. A mi me rasga el silencio, me desgarra el ruido, y la ligereza del aire. Esa sensación de que los presagios caen con la lluvia.
Por eso me gustan las tormentas.
Algún dia, cuando todos los truenos suenen, todos los rayos quemen, y toda la lluvia caiga, se terminaran las tormentas. Todos los días seran calurosos y convencionales, y la gente normal será feliz.
Afortunadamente, yo ya no estaré viva entonces.
No, yo vivo en esta época, en este lugar seco. En este punto bajísimo en las barras del climograma. Y vivo como los dragones, esperando.
Un poco sufriendo, un poco disfrutando las perspectiva de que, en cualquier momento, voy a oler la lluvia otra vez.

Suya, como siempre lo fui,